miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL REPARTIDOR

La acera estaba mojada, ya que había caído una pequeña lluvia. “Estos días llévate el paraguas al colegio, o por seguirte mojando te vas a resfriar”, eso me decían mis padres en la temporada de lluvias. Casi nunca lo llevaba, pero cuando si lo hacia no caía ni una gota de agua y cuando no tenia protección contra el agua no cesaba la lluvia, irónico ¿no?

En fin, ese día no lleve la sombrilla al colegio, lo cual fue culpa del pronóstico del tiempo. La verdad, este no siempre es muy acertado, pero igual lo veo durante mi desayuno en las mañanas.

Los carros pasaban a toda velocidad, por lo cual yo no me acercaba demasiado a la carretera, para no correr con la mala suerte de que algún conductor apresurado me mojara. Sin embargo, en la Avenida Juffil 14, tenia que pasar la calle, y en ese

momento un carro paso a toda marcha y sin percatarse de que yo estaba a punto de cruzar a la otra acera de la calle, me empapo de pies a cabeza. Lo peor fue que el agua que calló sobre mi era del alcantarillado que se encontraba averiado.
-¡Maldición! -. Grité. Pero cuando quise remediar lo que había dicho, dos ancianitas me quedaron mirando, como diciéndome “Niñita ramera”. Me sonroje de la vergüenza, o al menos eso fue lo que sentí.

Corrí a la acera y me senté en unas viejas y descuidadas bancas color cerezo que se encontraban allí. Trate de secar mi cabello para hacerme una coleta, pero ya era tarde. Mi pelo parecía un nido de pájaros, indomable. Retorcí un poco mi camisa, y abrí mi mochila para percatarme si mis libros se habían mojado, lo cual no ocurrió, ya que mi bolso era impermeable.

Iba lo más rápido que podía por las calles. Tratando de no ser vista y de que no me mojaran nuevamente. Cuando llegué a casa, abrí la puerta precipitadamente, tire la mochila al piso y me quite los zapatos para no ensuciar tanto la casa.
-¿Qué te pasa cariño?-. Me peguntó mi mama un poco asustada. No le respondí. En cambio, subí corriendo por las escaleras, haciendo un gran desorden y mojando todo el corredor. No quería que mamá me viera tan sucia y apestosa, como si me hubiera dado un baño de lodo y agua de alcantarilla, aunque en realidad eso era lo que había ocurrido.

Me dí un buen baño, me puse ropa para hacer limpieza y almorcé lo más rápido que pude. A pesar de mi afán y velocidad, cuando me percate ya eran las 4.00 PM. No me iba a alcanzar el tiempo para organizar el desastre que hice, estudiar química y cocinar la cena. ¡Necesito más tiempo! Pensé.

Fui a la cocina y puse en el horno un pollo que ya estaba un poco viejo, y si no se utilizaba lo más pronto posible se hubiera echado a perder. Entre tanto, tomé la escoba, el trapeador y el balde.

Mientras estaba limpiando las escaleras sonó el timbre. No quería abrir, ya que tenía el cabello desarreglado y estaba terriblemente vestida, así que no abrí. La persona que tocaba el timbre seguía insistiendo. Creí que de tanto esperar se marcharía, pero no fue así.
-¡Abre la puerta que estoy tratando de dormir, y el timbre no me deja!-. Grito mi papá.
Así que no tuve más remedio que abrir la puerta. ¿Qué importaban mis fachas? Solamente iba a abrir la puerta. Me dije a mi misma.

Para mi sorpresa, en ese momento si importaba mucho como me veía. Cuando abrí la puerta me quede impresionada. Quien estaba timbrando era el chico que me había ayudado en el corredor esa mañana. ¿Qué hace aquí?, me pregunté. El muchacho estaba parado en mi puerta con un morral al hombro.
-¡¿Quién es?!-. Me preguntó mamá. Y para mi mala suerte apareció Susan quien respondió en mi lugar.
-¡El novio de Gabi!-. Dijo burlonamente. Yo la empujé y la saqué de mi vista lo más pronto posible.
El chico parecía apenado, creo que se sonrojo, ademas tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
-Hola-. Me dijo.
-Ho…Hol…Hola-. Le respondí tartamudeando.
-Soy el repartidor de los periódicos, aquí tienes ¿Eh?
-Si, claro. Gracias-. Le dije.
-Adiós, que tengas un buen día-. Me dijo mientras se subía a su bicicleta. Yo le respondí con una sonrisa, y cerré la puerta, junto con un gran suspiro de alivio.
-Uh!, ese chico es muy lindo.-. Me dijo la tonta de mi hermana, mientras salía de la cocina con un plato de cereal en la mano.- ¡Gabi tiene novio!, ¡Gabi tiene novio!, ¡y es muy apuesto!-.Dijo.
-Cállate Susan! Mejor vete a jugar con tus muñequitas y con tus amigos imaginarios. ¡Déjame en paz!-. Le grité.
- ¡Ya estoy grande para las muñecas y para andar hablando sola por ahí! El hecho de que tú a mi edad todavía andabas con niñerías no significa que yo deba ser igual. ¡¿OK?!-. Me respondió.
-¡Tienes 10 años! Eres una niñita, compórtate como tal. ¡Ah!, y para tu información yo no… ¡¿Sabes que?!-. Le dije.
-¡¿Qué?!
-¡Yo a ti no te tengo que dar explicaciones de absolutamente nada!-.Dejé mi trabajo de limpieza a un lado y subí corriendo las escaleras. Al llegar a mi cuarto, entré y cerré la puerta de un golpe. ¡¡Bamm!!

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