MI REALIDAD
Fue algo raro, lo acepto, Natalia y Lucia me decían que parecía una idiota luego de que “eso”, (así lo llamaba yo), ocurriera. No lo se, puede que tuvieran la razón, así como puede que no la tengan, aunque ellas son expertas en ese tema, pero ¿Qué esperan de una chica dando su primer beso a los 17 años?, es muy normal mi reacción.
Todo ocurrió hace un año. Era conocida por todos, pero no precisamente por ser popular, bonita o divertida, sino por se la inteligente amiga de Lucia; la líder del equipo de porristas. Era muy duro ser llamada, “la que anda con Lucia”, pero la verdad no me gustaba expresar como me sentía, ya que prefería estar con Lucia, a estar sola.
Natalia, mi mejor amiga, es una chica muy normal, algo común para lo que aparente ser. Todos piensan que es una “chica mala”, de esas que andan en pandillas, ro-
bando en los pequeños supermercados o de aquellas que en las noches anda por las calles consumiendo droga y bebiendo cerveza. Pero la verdad, Nat es muy tímida, y para cubrir su timidez se viste de manera desfachatada, pero eso es solo una apariencia, por eso no es bueno solo fijarse en lo exterior de una persona, pues nos podemos equivocar.
Las personas que me conocen se asombran al ver que mis amigas son una chica popular y una chica mala. Mis padres siempre me dicen;-“¡Gabriela!, no nos gustan tus amistades, Lucia es demasiado engreída y Natalia parece una ramera, ¡que clase de amistades son esas!”-. E incluso, el día que mi mamá conoció a Natalia casi se desmaya al verle la ropa, el maquillaje y el cabello, la verdad, fue muy chistoso, pero a mis papas no les causo mucha risa. Nunca les he prestado atención, el sermón de “no nos gustan tus amistades” ya me lo se de memoria, pero no lo tomo en cuenta, ellas son mis amigas, mas no de ellos, que se preocupen por su circulo social y no por el mío, ¿no?.
Mis amigas y compañeros de clase, casi siempre hablaban conmigo solamente para pregúntame si había hecho la tarea de historia, matemáticas, lenguaje, biología, o cualquier otra materia, y yo algunas veces les decía que no podía prestársela, pero terminaba cediendo y dándole mi tarea a quien la pidiera, y al final todos los chicos de mi clase quedaban bien frente al profesor gracias a mi. Era algo normal, sin embargo a mi me molestaba un poco, por que si yo me mataba toda una tarde pensando como resolver un estupido ejercicio de teorema de Pitágoras, ¿Por qué los demás no podían romperse la cabeza haciendo lo mismo? Era demasiado irritante, pero no podía hacer nada para evitarlo, por que cuando trataba de decir que NO, terminaba siendo yo la mala y la egoísta de la clase.
Mis papas, mi familia, mis profesores y hasta el director me admiraban y eso me hacia sentir muy bien, aunque a veces sentía que todos querían que fuera la mejor, y me daba miedo equivocarme por que todos tenían grandes expectativas de mi, por lo cual no se tomaban el trabajo de ver como estaba, ni de cómo me sentía, sino que por el contrario solo se percataban de mis notas, de el colegio, de cuantos premios académicos había ganado, de absolutamente todo, menos de mis sentimientos, emociones, reacciones, pensamientos, deseos, necesidades y problemas, para ser mas precisa se preocupaban por todo menos por mi.
Siempre me he considerado una chica lista y con mucho carisma para relacionarse con los demás, aunque los chicos de mi edad no piensen lo mismo, entre los profesores siempre soy la más popular; algo que no les agrada a los demás de mi clase. Puede parecer que tener una buena relación con los profesores no es muy útil fuera del colegio, pero en este caso me fue de mucha ayuda para que “eso” ocurriera.
Gracias a mi habilidad de relacionarme con mis maestros, un día la profesora de matemáticas; la señorita Rodríguez, tuvo que ausentarse a su clase en el curso de 10º, ya que estaba esperando un hijo, y comenzó el trabajo de parto mientras iba en camino al colegio; junto a su esposo Luis, quien también era docente, pero como maestro de artes plásticas en la universidad de San Agustín. El director Edgar Julio nos contó la historia y nos dijo que era mejor que la profesora fuera al hospital, a que tuviera el bebe en el colegio; lo cual seria asqueroso.
Luego de que el director Juliao nos contara lo que le había ocurrido a la profesora Ana Karina, me llamo a la dirección. Yo me asuste mucho, ya que nunca había estado en problemas, o al menos en uno tan grave como para ir a la oficina del director, lo que me asusto mas fue percatarme que no había hecho nada malo, así que para salir de dudas me dirigí a la dirección. Mientras caminaba por el pasillo mis maestros me miraban, y por la expresión en sus caras se asombraron al ver para donde me dirigía, me sentía un bicho raro.
El camino a la oficina del director me pareció eterno, pero cuando al fin llegué, el director me dio una noticia que me dejo súper impactada. Al parecer, la señorita Rodríguez lo había llamado para decirle que me enviara a dar la clase de matemáticas en décimo grado, por supuesto yo me aterre, pues me atemorizaba ir a darles clase a chicos unos años mayores que yo. Por mi parte le dije al director que no podía, pues tenia examen de bilogía, pero el me respondió que eso no era problema; por que el había hablado con el profesor McCain y este le dijo que yo no tenia que hacer el examen. Trate de decirle que NO al director, pero no me quedo otra salida.
//cHIcos soi nueva en esto de escribir! pero la verdad es ke me gusta y espero ke a ustedes tambien! Besos... Pau<3
martes, 24 de noviembre de 2009
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